QUINTA SEMANA DE CUARESMA.

|

El domingo, en la liturgia, escucharemos el siguiente evangelio:



"Había caído enfermo un tal Lázaro, natural de Betania, la aldea de María y su hermana Marta… le mandaron recado a Jesús: “Señor, mira que tu amigo está enfermo”. Jesús, al oírlo, dijo: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para honra de Dios, para que ella honre al Hijo de Dios... Entonces Jesús les dijo claro: “Lázaro ha muerto. Me alegro por vosotros de no haber estado allí para que tengáis fe. Ahora vamos a su casa. Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a sus compañeros: “Vamos también nosotros a morir con él”. Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado… Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a recibirlo, mientras María se quedaba en la casa. Marta le dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano… Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida: el que tiene fe en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que está vivo y tiene fe en mí, no morirá nunca. ¿Crees esto?”. Ella le contestó: “Sí, Señor; yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir al mundo”. Dicho esto fue a llamar a su hermana María y le dijo en voz baja: “El Maestro está ahí y te llama” (Jn 11, 1-45).


La fe arraigada en el Evangelio es activa. No somos meros espectadores contemplando el espectáculo de un dios que maneja y dirige la historia mientras nosotros aplaudimos o abucheamos…

Porque tenemos fe en el Dios de la Vida, nos comprometemos en la lucha contra las situaciones de muerte que ahogan nuestro mundo. Porque creemos en el Dios del amor completo, dedicamos nuestros esfuerzos a crear lazos de unión y fraternidad entre los hombres. Porque Jesús el Maestro, el amigo, es el Señor de nuestras vidas, somos capaces de traspasar todo tipo de fronteras y colocarnos al lado de los que el mundo da como perdidos.

Porque Jesús es la Resurrección y la vida, la esperanza que brilla en nuestros ojos jamás se oscurece. “El que tiene fe en mi, aunque muera, vivirá; y todo el que está vivo y cree en mí no morirá nunca.”


ORACIÓN:


Padre de todos los hombres, danos esa fe
capaz de mover montañas y transformar el mundo.
Haz de nuestras vidas algo extraordinario.
Líbranos del desaliento y llénanos de esperanza.
Haznos testigos y mensajeros de tu amor;
que nuestra vida sea semilla de tu Reino en
el mundo; que los más pobres y marginados
de la tierra puedan experimentar tu amor a
través del amor que nosotros les ofrecemos.
Que así sea.


(Tomado del folleto CUARESMA 2008, Elaborado por el Departamento de educación y sensibilización de SED).

No hay comentarios: